Nunca dejes para mañana si puedes abrazar a alguien hoy, porque cuando das un abrazo a alguien en el mismo instante estás recibiendo uno de vuelta…
Hace algún tiempo estaba un niño jugando en el parque, era un pequeño hermoso, de ojos claros, cabello oscuro y una mirada muy carismática y tierna, él estaba con su padre, un señor robusto, con una barba muy cuidada e impecable y ojos claros idénticos a los de su hijo; ambos disfrutaban de un grandioso día, corriendo y riendo a cada momento y contemplando el bello paisaje que tenían a su alrededor.


Ciertamente nuestro día a día nos muestra cosas
que jamás pensábamos que iban a pasar o que en ningún momento nuestro caminar
nos había puesto en frente, muchas veces ignoramos las diferentes facetas del
mundo y cada vez vemos con reojo a aquellas personas que por alguna razón son
ignorados y menospreciados por la mayoría de las personas, sin embargo como cristianos
debemos dejar a un lado las diferencias y entender que todos somos iguales, que
pertenecemos a un solo cuerpo en Cristo e indiferentemente de las
circunstancias que se presenten podemos brindar nuestro apoyo, amor o un abrazo a aquellas personas que más
lo necesitan, y entender que lo que para nosotros puede ser algo pequeño o simple
para otros es algo increíble y de gran valor sentimental.
Mateo 5:16 “Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
están los cielos.”
Dios te bendiga...